sábado, 16 de diciembre de 2017

Sin salida: sálvese quien pueda


La mayor parte de los intelectuales se quejan de que el argentino promedio huye al dolar.
Pero como ese perro temeroso que solo muerde cuando queda arrinconado, ¿qué opción le brindamos a quien quiere proteger su capital?.
La respuesta es que ninguna otra que tasas de interés a costa de la sustentabilidad financiera del Estado o un endeudamiento feroz en dólares a costa de una correcta planificación financiera de largo plazo para nuestros nietos e hijos.
Cuando el ciudadano decide comprar un auto, una cochera o una moto, enseguida salen nuestros gobernantes a apuñalar sus proyectos con la ridícula confiscación mediante un impuesto llamado bienes personales.
Este tributo no solo impide erradicar el miedo que impera en el país sino que torna mas difícil un mejoramiento de la demanda de dinero en pesos, que en Argentina vive una crónica e histórica enfermedad.




Una de las pocas maneras de proteger nuestro capital en dólares sin comprarlos, es disminuir a casi cero los costos de manutención del capital físico. Un capital que en promedio y en dólares se indexa al 7,2% anual, es decir, a una tasa muy parecida a la que ha ofrecido el bono argento para el largo plazo con una hermosa salvedad: los bonos argentinos conservan en su raiz un elevado riesgo de impago.
Por todo esto, este mismo impuesto debería ser erradicado de la faz de la tierra, poniendo como meta a cada persona,que lo logrado será, durante los últimos tramos de su ciclo vital, exclusivamente para su tranquilidad económica.

Mas aún, en una economía en la que se pretende gravar las ganancias obtenidas en los mercados financieros, y la riqueza, debería pretenderse una salida al ahorrista, un verdadero cambio cultural en la sociedad que se imponga y permanezca en el largo plazo. Debería redactarse así:
"Todo lo obtenido en bienes físicos luego del pago de impuestos, tasas, contribuciones, será para la exclusiva tranquilidad económica del adquirente, y su paz en la última fase biológica de su ciclo vital"

Pero si en lugar de incorporar este principio a nuestro "preámbulo moral", continuamos saqueando el ahorro en bienes físicos, entonces las quejas de nuestros intelectuales respecto de la fuga de divisas habrá sido en vano.