lunes, 5 de febrero de 2018

¿Cómo curar la inflación y solucionar aspectos estructurales?


Hay distintos aspectos que la generan.

Se mezclan aspectos monetarios que derivan a su vez en temas de sustentabilidad financiera de largo plazo del Estado, como la inflación que eleva las tasas a las que el mismo se debe endeudar, sumado a la falta de competitividad de una industria deficitaria en divisas que requiere un dolar mas alto que los países desarrollados (determinación estructural del tipo de cambio) y que hace imposible una salida competitiva, dada la heterogeneidad estructural que presenta sectores industriales con maquinarias que en muchos casos datan de 1980 y cuyas producciones se destinan exclusivamente a la subsistencia y a un mercado interno flaco.
En este contexto, máquinas de los 80s, un sistema tributario mal planteado, una errónea financiación del déficit y una emisión monetaria sin respaldo en un país que no tiene moneda como reserva de valor, genera inflación de tipo fiscal monetaria y cambiaria, sumado que el nivel de precios internos en dólares es mas alto fruto de un mercado interno de bienes y servicios extremadamente pequeño y de escasa productividad relativa a la de países desarrollados desde los cuales importamos bienes y servicios.
Niveles de precios internos en dólares mas elevados presionan hacia un tipo de cambio estructuralmente mas alto que el que debería tener si los mercados fueran competitivos, con funciones de producción de frontera, y mercados amplios y profundos que permitieran fijar precios acorde al volumen y no al margen.

Por otro lado, los costos fijos mas elevados imposibilitan bajar mas los precios y las reducciones en los costos marginales no alcanzan (ejemplo: bajar salarios). Mucho menos si las mismas son tibias.
Sin embargo, se debe comenzar por algo.
1. Una primer medida para rompería con el esquema malo es comenzar por los aspectos institucionales: el nefasto artículo 20 de la carta orgánica del BCRA que genera emisión espuria sin respaldo (sumatoria de los adelantos transitorios del BCRA y de la transferencia de utilidades), impide las expansiones monetarias necesarias para generar la competitividad cambiaria y generar una mayor acumulación de reservas monetarias en el BCRA. Estas son imprescindibles para dar sostenibilidad a los pagos futuros de la deuda externa y reducir las rentas de la inversión del balance de pagos al tiempo que mejorarían los balances externos del país.
2. Una segunda medida que acompañaría a esta sería eliminar los gravámenes sobre la industria en un (al menos) 50%. Esto en términos de costo fiscal es totalmente posible porque el sector industrial emplea 1,2 millones sobre los mas de 8 millones totales de empleos (ejemplo: impuestos laborales).

De esta manera nos dirigiríamos a un esquema similar al de 2003-2007 pero sin retenciones al agro. Las productividades relativas agro/industria se corregirían por una rebaja fiscal, y no frenarían el auge exportador del agro, pero estimularían a la industria.
3. En cuanto al nivel de precios internos en dólares la reforma fiscal agro industria posibilitaría una mayor flexibilidad de precios en estructuras productivas mas dependientes del salario, (industriales), y un esquema de eliminación de impuestos financieros (IVA, IIBB, y laborales a los bancos entre otros) que permitiría dar un fuerte impulso.
4. En suma, hablamos no de una eliminación del déficit fiscal a corto plazo, sino de una rebaja del mismo en el orden del 2% del PBI (reforma de la carta orgánica del BCRA) y de un 3% del PBI que representa un cambio en la fuente recaudatoria (menos impuestos financieros e industriales con mayores impuestos a la tierra, a la renta y al IVA).
5. En línea con lo anterior, en finanzas públicas los impuestos laborales y los impuestos al consumo son equivalentes, pero los primeros hacen menos competitiva a la industria respecto al resto del mundo. El IVA no necesariamente genera este problema de competitividad, además de que las exportaciones están exentas de este impuesto.

6. Las rebajas de impuestos en la industria y sistema financiero/bancario tienen dos objetivos: el primero es corregir inicialmente una parte de las diferencias en productividades relativas del agro e industria exigiendo devaluaciones menores para ayudar a esta última, y presionando menos sobre los precios internos, sin afectar a los ingresos de divisas provenientes del agro (retenciones al agro iguales a cero).

Y la segunda es fortalecer a un sector que es pequeño y no permite un ancla fiscal: el financiero. Este último es vital para acompañar la rebaja en las tasas de interés. Mantener altos gravámenes sobre tasas de interés y transacciones financieras solo obstaculiza microeconómicamente las rebajas de tasas nominales futuras que la macroeconomía necesita y eleva los costos marginales que la industria y otros sectores necesitan reducir para elevar su producción.

7. Por último, el impuesto a la renta no debe desincentivar las mejoras en la producción futura.

Para ello, sería bueno que se fije un techo absoluto de contribución, actualizable además por inflación.

De esta manera, se pagaría mas impuesto a la renta a corto plazo y menos a medida que la renta crece, incentivando la reinversión de excedentes, siempre y cuando el techo de contribución máxima no se fije en un nivel inalcanzable. Aquí es vital un equilibrio entre la recaudación adicional a obtener como meta, y el salto productivo que se busca generar mediante incentivos fiscales, dado este nuevo esquema y dadas las rebajas sobre impuestos que imponen costos fijos y marginales alternativamente menores a este régimen actual.

Se licua impuestos con el crecimiento. Por otro lado, a corto plazo, se gana en competitividad precio y se elimina el riesgo de pago de impuestos en caso de no ganar, y se paga mas impuestos en caso de ganar (impuesto a la renta).

Conclusiones

Finalmente, recordando notas anteriores, el problema cambiario es cambiario y no fiscal.

Las medidas fiscales deben orientarse a solucionar aspectos como los desbalances fiscales y monetarios, y las reducciones de gasto solo deben atender a este problema: el inflacionario.

El problema de atraso cambiario está ligado al problema inflacionario, que no se correlaciona con el tamaño del sector público (salvo tangencialmente y en menor magnitud) y que adicionalmente, si tuviera correlación, sería espuria, pues indicaría que las mayores tasas de inflación se dieron históricamente con un gasto público del 20-25% del PBI.

La inflación es un problema de horizonte infinito, mientras que la rebaja de la presión fiscal no permite el horizonte infinito y no es sostenible una rebaja permanente aún con inflaciones del 5% anual, pues el Estado tendería a cero en pocos años, mientras que las inflaciones seguirán existiendo como en todos los países del mundo.

Por lo tanto, la rebaja de la presión fiscal no es una solución sostenible para el problema del atraso cambiario. Una reforma del Estado profunda solo colaboraría con 10 puntos a futuro (máximo) en un país con inflaciones del 25% anual y 45% de egresos del Estado solo para atender el sistema previsional, en una sociedad que demanda educación y salud públicas. 

Atender a lo fiscal es crucial si se pretende dar una salida simultánea a la competitividad y a la inflación.

Si bien el déficit fiscal no implica imflación (por ejemplo con otro régimen monetario-cambiario), solucionar los aspectos fiscales es vital para un cambio de régimen que ponga sobre la mesa el tema del desarrollo y el cambio estructural, con un reacomodo de incentivos, dados los problemas de productividades relativas entre el agro y la industria.